Por Cristina Pastén
Aunque en dos años será famoso, no abandona su posición de fanático, posee muchos ídolos, admira innumerables cosas…
Disco predilecto: “Pasión” de la banda Lapsus.
La música de Claudio revela su más puro sentir, sus notas son el reflejo de un escupitajo de su razón dominada por su pasión.
Su disco favorito es de una armonía despampanante, los violines eléctricos dominan un bajo incesante y muchas veces repetitivo, los saxofones –también eléctricos- no dejan de hacer lo suyo colaborando con una atmósfera misteriosa, apasionante. No hay percusión directa, el piano es el que actúa como batería (causa por la cual muchos los llaman “Los seguidores de Bártok”). De vez en cuando es agregada una voz plana o muy aguda, pareciera que fuera un hilo que une cada instrumento.
El disco está último en el ranking de ventas ya que no cae en lo electrónicamente vacío que es la música bailable que está de moda.
Su canción favorita es “blanco y negro”, la cual, invita a tres vocalistas a una danza armoniosa del bajo en saxo que emociona con los violines constantes. El piano actúa pesado con la izquierda pero en la derecha canta la melodía de toda la pieza, es la primera canción que Claudio sacó de ese grupo.
El disco posee once canciones más, todas muy dulces para su oído prodigioso.
Cuando la música le ahoga o el placer ya lo tiene satisfecho, se zambulle en las páginas de mil y un conocimientos.
Libro favorito: “Uno” de Pierre Boniface.
Lleva siete años en el mercado y trata de un hombre que cursa sólo su existencia acompañado de diversos personajes que no llegan más allá de su superficialidad (por eso es que está solo)
Dimitri (el protagonista), se sumerge en su introvertido mundo dejando de lado el intento por comprender la existencia ajena, por lo que cae en alucinaciones constantes que son realmente las verdades de un mundo cada vez más vacío.
La primera vez que leyó el texto se dijo lo mismo que cuando terminó de leer “Un mundo feliz”: “No dejaré que ocurra esto…”
Las críticas lo catalogan como ensayo o crítica a la sociedad, sin embargo, dentro del gran corazón del pianista, Claudio lo cataloga como lo que él mismo es de vez en cuando.
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